Hambruna en Gaza: «alimentos» que quitan la vida o el Holocausto del siglo XXI
El Führer que aniquiló a cerca de 26 millones de judíos reencarnó en pleno siglo XXI en forma de un Estado sionista, y que asesina día tras día a decenas de palestinos, alcanzando la cifra de más de 59.000 víctimas mortales.

Naciones Unidas y otras entidades afirmaron reiteradamente su negativa a trabajar con GHF, alegando que su plan de distribución de ayuda a Gaza viola los principios humanitarios y podría forzar un mayor desplazamiento de palestinos. Foto: Unrwa.
22 de julio de 2025 Hora: 13:50
Gaza sufre una hambruna catastrófica y una crisis humanitaria sin precedentes, donde la búsqueda de alimentos se ha convertido en un acto suicida debido a un controvertido sistema de ayuda humanitaria.
Mientras miles de palestinos mueren (más de 59.000 víctimas mortales registradas) y la desnutrición se agudiza por el bloqueo impuesto a la Franja de Gaza y la destrucción de tierras agrícolas, la autodenominada Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), respaldada por Israel y Estados Unidos, ha sido duramente criticada por militarizar la asistencia y exponer a los palestinos a ser baleados al intentar acceder a provisiones vitales.
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No tenemos vocabulario para describir las condiciones en Gaza, aseguró el secretario general Adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia, Tom Fletcher.
Y así, en una lista interminable de hechos que el ser humano solo recuerda haber visto en películas que rememoran los tiempos del Holocausto, comienza a enumerarlos.

Solo que esta vez, el Führer que aniquiló a cerca de 26 millones de judíos reencarnó en pleno siglo XXI en forma de un Estado sionista, y que asesina día tras día a decenas de palestinos, alcanzando la cifra de más de 59.000 víctimas mortales, mientras el mundo observa.
“La comida se agota. Quienes la buscan corren el riesgo de ser baleados. Los hospitales de campaña reciben cadáveres. Niños y mujeres murieron en una huelga mientras esperaban los suplementos alimenticios para mantenerlos con vida. El sistema de salud está destrozado. Las mujeres embarazadas dan a luz sin atención médica”, describía Fletcher en una sesión informativa en la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El funcionario agregó que la Asamblea General les había dado un mandato humanitario –en la resolución 46/182– y un conjunto de principios para los Estados Miembros, entre los que se pide que defiendan la humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia.
Pero, ¿cómo puede defender una organización internacional la imparcialidad en un exterminio? ¿Es labor humanitaria enviar personal médico a Gaza, pero no detener la matanza de los palestinos por Israel?
Aunque en este informe, teleSUR solo ahondará en la crisis de hambruna que se extiende en toda Gaza, hay que tener presente que esto es solo una parte del infierno que viven cada día los sobrevivientes en el enclave, y lo peor de todo es que nadie detiene esta realidad.
Once minutos de carrera por comida
«Llegaron los tanques y empezaron a disparar. Tres chicos cerca de mí fueron asesinados», dijo Raed Jamal, un palestino de 36 años.
Raed acababa de regresar de un punto de distribución de ayuda a su tienda de campaña en el campamento de desplazados de al-Mawasi, en el suroeste de Gaza.
No tardó en enviar el mensaje en video en el que explicaba que no había podido conseguir comida, luego de llegar al punto de ayuda humanitaria tras caminar decenas de kilómetros y atravesar puntos controlados por oficiales del Ejército israelí.
«Ni siquiera recibí nada, solo dos cajas vacías», mencionó Raed, padre de cuatro hijos.
El viaje de Jamal implicó una larga caminata de ida y vuelta a un antiguo barrio residencial arrasado por las fuerzas israelíes y convertido en uno de los cuatro centros de distribución de ayuda militarizados dirigidos por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, según sus siglas en inglés), que tiene su sede en Delaware, Estados Unidos.
GHF, el sistema de ayuda suicida
La llamada Fundación Humanitaria de Gaza es un plan iniciado por Israel y apoyado por Estados Unidos que resulta un encubrimiento para mayor violencia y desplazamiento de los palestinos en el territorio.
Solo los emplazamientos de GHF (Tal al-Sultan, el barrio saudí, Khan Younis y Wadi Gaza) se encuentran en zonas de evacuación, lo que significa que los civiles que buscan alimentos deben entrar en zonas que se les ha ordenado abandonar.

De acuerdo con el plan de la GHF, se espera que palestinos que han sido sometidos a controles de seguridad recojan cajas de hasta 20 kg con alimentos y artículos básicos de higiene en cuatro puntos de distribución ubicados principalmente en el sur de Gaza.
La página de Facebook de GHF indica que los emplazamientos permanecen abiertos tan solo ocho minutos seguidos, y en junio el promedio en el emplazamiento saudí fue de 11 minutos.
Aquí dos publicaciones de Facebook de la GHF en las que el emplazamiento saudí estuvo abierto solo seis minutos:
El director de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), Philippe Lazzarini, declaró que “el supuesto mecanismo… es una trampa mortal que cuesta más vidas de las que salva”.
Como el camino para llegar a los emplazamientos de ayuda humanitaria se encuentra muy lejos, es peligroso y las cajas con alimentos pesan alrededor de 20 kg, el sistema favorece a los más fuertes, así que son principalmente hombres los que recorren las rutas designadas.
No está claro cómo podrán recoger la ayuda las personas débiles, discapacitadas o heridas.
Disparan a los que buscan ayuda
GHF, una organización emergente sin experiencia en la distribución de alimentos en zonas de conflicto complejas, emplea también mercenarios estadounidenses en los centros, que abrieron en mayo.
El secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, Jan Egeland, aseguró ante la prensa que la GHF está «militarizada, privatizada, politizada» y «no se ajusta a la neutralidad».
«Los responsables (de la organización) son militares: exmiembros de la CIA y exmilitares… Volvamos al sistema que funcionaba», afirmó.
Naciones Unidas y otras entidades afirmaron reiteradamente su negativa a trabajar con el grupo, alegando que su plan de distribución de ayuda a Gaza viola los principios humanitarios y podría forzar un mayor desplazamiento de palestinos, lo que constituye un crimen de guerra.
Estos reemplazaron 400 puntos de ayuda no militarizados, gestionados por un sistema de la ONU, que, según Israel, tuvieron que ser cerrados porque Hamás estaba desviando la ayuda.
Aún no se han presentado pruebas de ello.
A ello se suman los continuos ataques contra los palestinos que se acercan a recibir ayuda humanitaria a los emplazamientos, entre los que se hallan: disparos a quemarropa, lanzamientos de spray de pimienta, cuadricópteros que sobrevuelan el lugar y tanques de guerra.
Incluso un excontratista de seguridad de los controvertidos nuevos centros de distribución de ayuda humanitaria de Gaza, respaldados por Israel y Estados Unidos, declaró a la prensa que presenció cómo sus compañeros abrieron fuego varias veces contra palestinos hambrientos que no representaban ninguna amenaza, incluso con ametralladoras.
Esto, unido a los cortísimos anuncios de la hora de apertura del puesto de ayuda y la larga distancia desde donde deben trasladarse, es un viaje suicida que los palestinos realizan cada día.
Mahmoud Alareer, un joven de 27 años que vive en una tienda de campaña en el oeste de la Ciudad de Gaza, realtó que debe viajar a las afueras del puesto en plena noche y apuesta a que abra a las 2 de la madrugada, como ha sucedido en todas sus visitas hasta ahora.
Primero se sube a la parte trasera de un camión para el largo viaje hacia el sur desde la Ciudad de Gaza a través del corredor militarizado de Netzarim. Luego espera en la oscuridad hasta que las fuerzas israelíes le permiten entrar.
«Llegas y avanzas despacio, muy despacio», dice. «Siempre sabes que podrías ser tú quien reciba el disparo, o podría ser alguien a tu lado«.
Alareer comentó que siempre se desata el caos cuando se abre el punto de ayuda, pues la gente corre hacia los paquetes, que quedan abandonados en medio de la zona de distribución.
El sistema de la GHF ha sido ampliamente criticado por obligar a grandes cantidades de personas a caminar a través de zonas de combate activo para dirigirse a unos pocos lugares, y luego, ser posibles blancos de ataque mientras buscan alguna ayuda.
A principios de julio, más de 170 ONG exigieron el cierre de GHF, acusándolo de violar los principios de la ayuda humanitaria y exigiendo la reanudación de la ayuda no militarizada en Gaza.
La hambruna se extiende
GHF gestiona solo cuatro centros para alimentar a dos millones de personas, en un territorio donde el hambre extrema está generalizada y los expertos en seguridad alimentaria han advertido sobre una hambruna inminente.
La fundación afirma haber entregado más de 85 millones de comidas, distribuidas en aproximadamente 1.422.712 cajas, desde el inicio de sus operaciones.
Según estas cifras, cada caja proporcionaría aproximadamente 60 comidas a una familia.
Sin embargo, palestinos en Gaza compartieron imágenes que muestran cajas abiertas en los centros de la GHF conteniendo una gama más reducida de artículos.
Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), casi un tercio de la población de Gaza pasa varios días sin alimentos y se espera que 470.000 personas se enfrenten a los niveles más severos de hambre entre mayo y septiembre de este año.
Agregado a esto, el precio de los alimentos en el enclave es desorbitante.

La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) advirtió que los costos de los alimentos en la Franja de Gaza han experimentado un incremento descomunal, ‘se han multiplicado por 40’, debido a la acción militar de Israel y las estrictas limitaciones que las autoridades de ese país han impuesto sobre la entrada de asistencia humanitaria y bienes de consumo al territorio palestino.
Así, por ejemplo, un kilogramo de azúcar alcanza un precio de aproximadamente 76 dólares, mientras que un kilo de patatas o harina cuesta cerca de 30 dólares, de acuerdo a cifras del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Por otro lado, a finales de marzo, decenas de panaderías apoyadas por el PMA suspendieron su producción debido al bloqueo israelí.
No hay posibilidad de cultivar los propios alimentos
Tras tres años de genocidio por parte de Israel en Gaza, la destrucción de Gaza es lo suficientemente catastrófica como para haber cambiado visiblemente el color y la «textura» del territorio visto desde el espacio, poniendo de relieve la abrumadora devastación medioambiental de Gaza.
Desde que comenzó la actual embestida, las fuerzas israelíes han transformado sistemáticamente en polvo las tierras agrícolas de Gaza, colapsado los sistemas de aguas residuales al privar de electricidad a la población civil y han lanzado más de 45.000 misiles y bombas contaminantes, provocando un continuo ecocidio.
Los metales pesados tóxicos contenidos en cada una de las más de las más de 25.000 toneladas de bombas que han lanzado sobre Gaza, no sólo causan daños directos a los seres humanos y pueden bioacumularse en el cuerpo humano, sino que también tienen una notable longevidad ambiental, acumulándose en las cadenas alimentarias y convirtiendo en tóxicas las fuentes locales de alimentos.
Alrededor del 25 por ciento de su territorio es tierra cultivable, lo que proporciona a los palestinos cierta seguridad alimentaria; sin embargo, Israel lleva décadas atacando las tierras agrícolas palestinas, lo que hoy día ha llevado a la completa destrucción de fábricas, granjas e invernaderos.
A esto se une el desplazamiento masivo al que se han enfrentado cientos de miles de palestinos que huyen de las bombas lanzadas por el Ejército israelí en el enclave; lo que hace que les arrebaten a los palestinos sus tierras, que luego son convertidas en polvo.
Ante este continuo exterminio e infinitas violaciones de los Derechos Humanos, palestinos como Jamal rehúsan dejar de sobrevivir.
“Hemos despojado nuestros corazones del miedo”, dice Jamal sobre sus caminatas casi diarias al lugar. “Necesito llevarles comida a mis hijos para que no mueran de hambre”.
Autor: teleSUR - cns - BCB
Fuente: ONU – UNRWA – PAM – OCHA - Agencias